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LA ACTIVIDAD DE LOS HOMBRES Y SU PAPEL EN LA HISTORIA, CLASE 2


Al considerar el desarrollo social como un proceso histórico-natural. ¿No nos cerraremos el camino que lleva a comprender correctamente el papel de la acción creadora, de la activa labor revolucionaria y transformadora de los hombres? ¿No conducirá eso a rebajar la actividad y la iniciativa históricas de las fuerzas sociales avanzadas, a empequeñecer el papel del factor subjetivo? Los adeptos de la concepción idealista subjetiva de la historia han acusado más de una vez a los marxistas de fatalismo. En nuestros días, los revisionistas de derecha y de "izquierda" combaten la doctrina científica de las leyes objetivas del desarrollo social, de la necesidad histórica. Haciendo coro a los sociólogos burgueses, los revisionistas afirman falsamente que esta doctrina subestima la libre actividad de los hombres, humilla al individuo y es antihumana. Para los críticos del marxismo, el factor económico lo es todo, en tanto que las ideas, las diferentes formas de conciencia social -la filosofía, la moral, la religión- no son nada y no tienen la menor importancia desde el punto de vista del materialismo histórico. Pero tales críticos confunden el materialismo histórico con el materialismo vulgar, económico, a pesar de que ambos se diferencian radicalmente.

El materialismo histórico no desconoce, ni mucho menos, la importancia de la política, de la conciencia social y de los diversos valores espirituales; por el contrario, reconoce su inmensa fuerza


El Materialismo Histórico como Ciencia:

En el desarrollo social. Las ideas y las políticas reaccionarias (por ejemplo, la ideología racista y la política del fascismo) desempeñan un papel negativo en extremo y pueden acarrear a los pueblos, y les acarrean en realidad, las mayores calamidades.

En oposición a eso, las ideas avanzadas, revolucionarias filosóficas, sociales, económicas, políticas y morales, y la política basada en ellas desempeñan un ingente papel, sobre todo cuando alcanzan vasta difusión entre las masas, cuando sirven como fuerza histórica movilizadora, organizadora y transformadora.

El materialismo histórico se ha formado y desarrollado en lucha contra dos corrientes opuestas: primero, contra el subjetivismo de los jóvenes hegelianos (y en Rusia, contra el subjetivismo de los populistas y los machistas, así como contra el voluntarismo de los trotskistas y de los comunistas "de izquierda"); segundo, contra el providencialismo y el fatalismo, que rebajan la importancia de la labor activa, consciente y creadora de los hombres (contra el objetivismo burgués, el "economismo", las teorías oportunistas de derecha de sistemas diferentes, etc.).

Los críticos burgueses del materialismo histórico intentan descubrir una contradicción entre la intensa actividad transformadora de los partidos progresistas y su doctrina sobre la necesidad histórica, en particular, sobre el perecimiento inevitable del capitalismo. Esos críticos dicen: Si sabemos que el eclipse de Luna es ineluctable y llegará de manera regular, a nadie se le ocurrirá fundar un partido que coadyuve al eclipse. Lunar; pero los marxistas enseñan que el capitalismo será sustituido ineluctablemente por el socialismo y, al mismo tiempo, crean partidos políticos para luchar contra el capitalismo y afirmar el socialismo. Este argumento fue expuesto en su tiempo, entre otros, por el neokantiano Rudolf Stammler.

Por supuesto, es estúpido e insensato crear partidos para "organizar" eclipses de Luna o el advenimiento de la primavera y del verano. En el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y en el movimiento de la Luna no participa la actividad humana. Antes ya de que apareciera el hombre, la Tierra giraba alrededor del Sol, y la Luna, alrededor de la Tierra. Pero la historia la hacen los hombres y sólo los hombres. Las leyes del desarrollo social, a diferencia de las de la naturaleza, son leyes de la actividad humana y no existen fuera de esa actividad. Por eso, las

Revoluciones sociales se producen únicamente como resultado de la lucha de las clases avanzadas sobre la base de utilizar y realizar las leyes objetivas del desarrollo social, en particular, las leyes de la lucha de clases. Cuanto más a fondo conozcamos en todos sus aspectos las leyes del desarrollo social; cuanto mayor sean el grado de conciencia, la cohesión, la unidad y la organización de los trabajadores, tanto más victoriosa será la lucha por formas superiores de organización social y con tanta mayor rapidez avanzará la historia.

De la misma manera que el conocimiento de las leyes y los procesos de la naturaleza permite domeñar con el mayor éxito las fuerzas espontáneas de la naturaleza, el conocimiento de las leyes sociales y de las fuerzas motrices del desarrollo de la sociedad permite a las clases avanzadas crear conscientemente la historia, luchar por el progreso social. Cuando conocen las leyes objetivas del desenvolvimiento social, las fuerzas avanzadas de la sociedad no actúan a ciegas, de una manera espontánea, sino con conocimiento de causa, con libertad.

Las leyes del desarrollo social se manifiestan con la mayor frecuencia como tendencias. Se abren camino a través de numerosos obstáculos, de gran cantidad de casualidades; a través de la confrontación con tendencias opuestas, tras las que se hallan fuerzas hostiles que es preciso paralizar y vencer para asegurar el triunfo de las fuerzas y tendencias progresistas.


El choque de las diferentes tendencias hace que en cada momento histórico no exista solamente una posibilidad. Por ejemplo, el imperialismo lleva consigo en todo momento la posibilidad de guerra, y en los países imperialistas hay siempre fuerzas interesadas en desencadenar guerras. Pero a la par con esta posibilidad, implícita en la naturaleza del imperialismo, hoy existe también otra posibilidad real: la de asegurar la paz. Esta posibilidad dimana del crecimiento de las fuerzas pacifistas, de la organización del movimiento progresista de los países capitalistas, del movimiento de liberación nacional de los pueblos y de las fuerzas adictas a la paz, que luchan contra el imperialismo.

Así pues, la necesidad histórica no es idéntica a la predeterminación. El conocimiento de las leyes de la necesidad histórica, de las leyes objetivas del desarrollo social, lejos de liberar a los hombres de toda actividad, requiere, por el contrario,

Una intensa labor consciente para su realización. La doctrina del materialismo histórico acerca del proceso histórico-natural no rebaja el papel del individuo y de su actividad consciente, sino que, a la inversa, muestra la importancia de esta actividad, de la lucha de las fuerzas sociales avanzadas. El desconocimiento de las leyes, el desprecio de las condiciones reales y de los medios de lucha condenan a las masas trabajadoras y a su partido a la falta de perspectivas y la pasividad o al aventurerismo y la derrota.

Así resuelve el materialismo histórico el viejo problema filosófico y sociológico de la correlación de la libertad y la necesidad, el problema de la libertad y la determinabilidad de la voluntad.

"La libertad -dice Engels- no reside en la soñada independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad que lleva aparejada de hacerlas actuar de un modo planificado para fines determinados. Y esto rige no sólo con las leyes de la naturaleza exterior, sino también con las que presiden la existencia corporal y espiritual del hombre: dos clases de leyes que podremos separar a lo sumo en la idea, pero no en la realidad. Por tanto, el libre albedrío no es otra cosa, según eso, que la capacidad de decidir con conocimiento de causa. Así pues, cuanto más libre sea el juicio de una persona con respecto a un determinado problema, tanto más señalado será el carácter de necesidad que determine el contenido de ese juicio; en cambio, la inseguridad basada en la ignorancia, que elige, al parecer, caprichosamente entre un cúmulo de posibilidades distintas y contradictorias, demuestra precisamente de ese modo su falta de libertad, demuestra que se halla dominada por el objeto al que debiera dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales; es. Por tanto, forzosamente, un producto del desarrollo histórico".7


Lo dicho por Engels sobre las leyes de la naturaleza puede aplicarse plenamente a las leyes sociales, a la correlación de la libertad y la necesidad en la vida social. Las leyes sociales, mientras no son conocidas y los hombres actúan contra ellas, se manifiestan como fuerzas espontáneas que les son hostiles. Pero después de que estas leyes fueron conocidas y se descubriera su naturaleza, las condiciones en que actúan y la dirección de esta

Acción, los hombres tuvieron la posibilidad de dominarlas y utilizarlas para someter cada día más a su voluntad las leyes objetivas y, como consecuencia, alcanzar en grado creciente sus propios objetivos.

La historia de la humanidad no ha seguido siempre, ni mucho menos, una línea recta ascensional. Tendría un aspecto muy místico si en ella hubiera solamente movimiento de avance. Sin embargo, a pesar de los movimientos retrógrados, del zigzag y de las catástrofes históricas (como las guerras, las invasiones de los bárbaros, la decadencia y el desmoronamiento de Estados poderosos) la historia humana ha avanzado regularmente en línea ascensional, de una formación socioeconómica a otra, de lo inferior a lo superior.

Y este desarrollo histórico no sigue una sola línea. Es multiforme y tiene mucho de específico, vinculado a las peculiaridades y condiciones de desenvolvimiento de los distintos pueblos. Pero precisamente por eso es tan grande la importancia del materialismo histórico, que en el aparente caos y la diversidad infinita ha descubierto las leyes, la regularidad y la repetición en lo principal y más esencial que caracteriza la evolución de la humanidad.

¿Existe algún sentido en la historia de la humanidad, en el desarrollo de la sociedad? ¿O es un movimiento tan absurdo y espontáneo como la corriente de los ríos, que arrastran todo lo que encuentran en su camino? Está claro que no se puede admitir ningún sentido introducido desde fuera en la historia, una especie de predestinación divina, un plan programado con antelación o de prescripciones sobrenaturales para los pueblos. Además, la historia de la sociedad tiene en cada época un contenido concreto. Los pueblos y las fuerzas sociales avanzadas, que hacen la historia, abren camino a nuevas relaciones sociales avanzadas (económicas, políticas y otras) y luchan por cumplir determinadas tareas históricas. Los hombres pueden tomar conciencia de estas. Tareas con plenitud mayor o menor, o al revés de cómo debe ser, a veces en una forma falseada, fantástico-religiosa. En las épocas históricas cruciales se produce un ascenso de la actividad creadora consciente de las masas, de las clases avanzadas. Por lo tanto, la historia de la humanidad no se hace sólo de una manera espontánea, sino que en ella participa también la conciencia social.


El contenido de nuestra época es la lucha entre las fuerzas progresistas y las retrógradas; la lucha consciente de todas las clases trabajadoras y grupos que son impactados negativamente por los efectos de la aplicación de políticas neoliberales. Y este movimiento se efectúa mediante la superación de dificultades de distinto tipo, a través de profundas contradicciones y antagonismos. Por eso no sigue una línea recta. También aquí tienen lugar zigzag y movimientos retrógrados. Pero, en su conjunto, el proceso histórico contemporáneo tiende hacia la superación del actual ordenamiento social y en eso reside su profundísimo sentido.


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